La magia de… Diario de un Trovador
Toda historia tiene un por qué, un origen. Y “Diario de un Trovador” también. Este cómic surgió un día cualquiera, en el seno del equipo creativo de ESFicción, cuando discutíamos los próximos proyectos a desarrollar en la editorial. Entre esas propuestas estaba –y sigue estando- mi novela “El Mendigo de Karmaf”, una historia de fantasía medieval que escribí por allá por 1997, como trabajo final de seminario, durante el último semestre de mis estudios de la carrera de periodismo. Haciendo una reseña breve, puedo decirles que con ella gané en 2000, el premio Mejor Novela Inédita de los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Ilustre Municipalidad de Santiago. Todo un sueño hecho realidad, pero que fue rechazada en varias editoriales por “tener mucha fantasía”. Cuento aparte, agradezco al Cielo que no me hayan aceptado en ninguna, puesto que en un futuro cercano al fin será publicada por ESFicción, no podía estar en mejores manos.
Seguimos. El asunto es que les contaba al comité el argumento –que tiene su inspiración en una historia real, que cuando la novela salga a la luz la contaré-, una narración de amor, desamor, aventuras, dragones -¡sí, dragones!-, un trovador, caballeros medievales… cuando a Mario Pineda –uno de mis socios y amigo– se le ocurrió hacer algo para empezar a conectar al público con el futuro libro y, ¡chan!, surgió la idea: “¿y si escribes un cómic de ella?”. Nos miramos todos, Carolina Millas –mi otra socia y amiga– feliz, yo pensando en posibilidades y, otra vez, la mente creativa de Mario dictó: “podría ser un personaje importante que cuente algo de ese mundo, como el Trovador” y de inmediato me brillaron los ojos. ¡Era perfecto! El Trovador desde el principio ha sido mi personaje favorito, lo adoro, y siempre pensé en él como a clave de los recuerdos de todos los Guardianes –el grupo que se reencarna durante muchas vidas, protegiendo la llamada Llave de los mundos–, ya que él siempre recuerda toda su existencia.
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